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BRAGAS Y VOTACIONES

El Padre Don Leandro
Ayer me tocó ir a votar. Menos mal que ya me había empadronado. Me aseé y me puse unas bragas limpias. Un acto de tanta envergadura no se merecía menos. Para una mujer de mi edad y mi educación llevar las bragas limpias es de suma importancia. Mi madre siempre me preguntaba, antes de que saliese de casa, si me había cambiado de ropa interior y si me había lavado el culo, y, si tenía la más ligera sospecha de que no era así, se cercioraba de que mis bragas fueran impolutas y de que volviese a lavar mis partes.
La buena mujer decía que no importaba el aspecto que tuviesemos por fuera. Si uno llevaba la ropa interior nueva y limpia denotaba que era una persona de orden y de buenas costumbres. Las bragas rotas y sucias eran propias de putas y de rojas.

Que poco sabía mi pobre madre. Precisamente las putas suelen llevar bragas finísimas, caras y son muy aseaditas.

Para las muchachas de hoy en día su signo de identidad es llevar condones en el bolso. Solo la que los lleva es una mujer responsable de su tiempo. Para nosotras, las mujeres de mi época, nuestro signo de identidad y de responsabilidad era llevar las bragas impolutas.


Lo que son las cosas, ahora hay días que ni las llevo. Me gusta sentir el aire fresco del campo en los bajos y que circula por entre mis piernas.

Mi marido era un hombre "de orden" como el solía decir. O lo que es lo mismo, de misa de doce los domingos. Yo siempre me admiré de su capacidad para borrar de su mente ciertos aspectos de su vida, como ignorar el hecho de que era un putero. El fornicar con esas infelices no le suponía ninguna crisis moral. Follaba con ellas con el mismo rigor y la misma entrega que se presignaba en la iglesia y comulgaba.

Era impresionante la cara de éxtasis, el gesto arrebatado y alucinado del cabestro. Allí postrado frente al altar, mirando al cura con cara de abducido, como si dios mismo hubiese bajado de los cielos, abriendo la boca y recibiendo la hostia.

Allí dentro, en aquella pequeña iglesia, aparentaba ser un hombre cabal, de fuertes convicciones morales, de principios, y daba el pego el muy hijo de puta. Don Leandro, el párroco, no dejaba de decirme lo afortunada que era de tener un marido como el mío, y que diese gracias al señor por haber tenido tanta suerte. Menudo regalito del cielo.

Luego, tras salir de la iglesia, me cogía por el brazo, como si fuese de su propiedad, y nos encaminabamos al bar. Los domingos misa y vermú. Yo nunca me sentí a gusto ni en un sitio ni en el otro. La iglesia me parecía un lugar oscuro y tétrico, donde iban todas las santurronas a contarle al cura todos los chismes de las vecinas. Además, nunca me gustó la insistencia con la que el padre intentaba sonsacarme mis pecados. Cualquiera diría que disfrutaba oyendo mis atribulaciones y mis fantasias a tenor de las veces que me preguntaba: pero hija mía, y en el sueño ese que has tenido llegaban a penetrarte??

Llegué a la conclusión de que era mejor dejar de confesarme, más que por vergüenza y apuro, por mi propia salud mental. Era tal la insistencia de don Leandro para que le diese detalles escabrosos que empecé a tener sueños eróticos en los que follaba a calzón caído mientras el cura se dedicaba a mirarme a la par que se ofrecía para liberarme de mis pecados. La imagen de aquel cura vestido tan solo con su alzacuellos y todas sus vergüenzas al aire y bien erguidas me arrancaron la poca fé que me quedaba en la iglesia.

Eso, y la manera extraña con la que comenzó a mirarme mientras se tocaba la entrepierna.

En el bar no era muy distinto. Mi marido siempre hacía gala de sus estupideces. Los demás solían reirle sus brabuconadas y yo me sentía asqueada de escuchar siempre las mismas imbecilidades, porque ímbecil era un rato, el pobre infeliz. Siempre acababa atiborrado a vermús mientras se deshacía en halagos hacia el Real Madrid. La lengua acababa por trabarsele en un galimatías extraño y la mirada se le volvía acuosa y sanguinolienta. Yo, con la excusa de tener que hacer la comida, le dejaba allí con su verborrea barata, donde, sorprendentemente, su público le superaba en taruguez.


Comía tranquilamente en soledad e, invariablemente, a las cuatro, aparecía por la puerta medio desmanejado arrastrado por mis cinco hijos, a cada cual más borracho.


Las últimas elecciones fuimos juntos a votar, después de misa y del vermú. En misa el cura, sin ningún recato ni prudencia, barrió para casa, amenazando a los rojos con ir derechitos al infierno si votaban a esos pecadores, ateos y lujuriosos, de la izquierda. A mi aquello me pareció graciosísimo, primero porque no creo que ningún "pecador comunista" estuviese sentado a pie del altar, escuchando al párroco, y segundo porque el que más se iba a quemar en el infierno era el propio cura, a juzgar por como me miraba el escote del vestido. Yo, que no conseguía centrarme en el sermón, no debaja de pensar en el dolor de huevos que iba a tener el pater en breve si no dejaba de clavar sus ojos en mis tetas, y me preguntaba a que puta le tocaría esa tarde aliviar las necesidades propias de su sexo al santo caballero, porque el único que estaba ardiendo hasta ese momento era el mismo, a juzgar por los goterones de sudor que le corrían por la frente y lo coloradas que tenía las orejas.

Mi marido, que ya iba rumboso al colegio electoral, se empeñó en elegir la papeleta con la que yo debía votar. Por supuesto elegió las que llevaban el membrete del PP, aunque tentado estuvo de darme las de Falange Española, ante mi estupor y el de los integrantes de la mesa electoral, que asistían alucinados al guirigay que mis hijos y el borracho de mi marido tenían montado. Yo, viendo la que se estaba montando, callé por pruedencia, mientras un policia nacional le pidió identificarse, momento en el que él empezó a gritar que con El Caudillo esto no pasaba, y que ese "lechuguino" no se atrevería a hablarle así si Franco levantara la cabeza.



Aprovechando el tumulto me dirigí a la mesa y deposité mi voto, a los rojos, por supuesto, y me acordé de mi madre y de su empeño para que siempre llevase las bragas limpias. Esa fue la última vez que votamos juntos. Ayer lo hice en este pueblo perdido de la mano de dios, con toda tranquilidad y ante los ojos de cuatro aldeanos, y no pude evitar acordarme de Don Leandro.


Porque, curiosamente, no siento ningún remordimiento por haber abandonado a esa panda de descerebrados e indeseables que son mis vástagos y su progenitor, pero me arrepiento, me arrepiento muy mucho de no haber ejercido acto de caridad con el párroco, que como mujer cristiana le negué y debería haberle brindado. O lo que es lo mismo, me arrepiento de no haberlo montado a horcajadas, en el mismisimo altar de la parroquia, de no haberle arremangado la sotana y haberlo follado como la hembra que soy, para que hubisese sabido lo que es una mujer y que a uno le echen un buen polvo, para que hubiese sabido que yo hago las cosas como dios manda.

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19 comentarios:

Anónimo dijo...

No tienes oportunidad de volver a ver a ese cura?? jeje

Me gusta lo que escribes, eres tan sincera....jejeej
Me he acordado de tí al verte en casa de una conocida y he pensado..con qué saldrá hoy??
Y aquí estoy....

besitos

Kilifa

Anónimo dijo...

Nena, a mi lo de ir sin bragas me parece una incomodidad horrible. Respecto a lo del cura... No le daría yo un orgasmo a la iglesia ni loca.

Gayhetera
www.lacoctelera.com/mariliendre

Anónimo dijo...

no doy crédito! no puedo dejar de reirme! menudo personaje que has creado (supongo), Cuándo hacen la peli de esto?

SALUSTIANA dijo...

por favor, si no dejais los links en vuestros comentarios no puedo devolveros la visita, a ver si os aplicais¡¡

Anónimo dijo...

Si el Padre Leandor es como el de la foto, yo tambien me lo follaba.

LLUVIA dijo...

Jejeeggggeeaaaiiii :)) Que risa!!

Estába como un queso el Don Leandro ese , eh?
¡Pero tú con lo lista que eres como lo dejaste escapar así, sin haberle hecho un favor..
Pobrecillo, tan buenorroo y castrado ¡Que injusticia dios santooooo!

Ëste blog va a ser ya, una cita obligada para mí..Porque si además de escribir bien, hacen que te descojones de risa..¡eso no tiene precio! :)

Yo me aplico.. (pero ya borré mi blog)


Pernambuca.

Marinel dijo...

¡ Madre mía, Salustiana!. No tienes pelos en la lengua ¡Eh!.Yo soy bastante modosita con mis comentarios y a lo mejor no te gustan, pero desde luego lo que sí has hecho tú es que me parta de risa.Creía que Amiguete era tremendo y vas tú y me dejas con la bocaza abierta...Va voy a cerrarla que voy a parecer la tonta del blogger.
Te seguiré leyendo, que no tienes desperdicio, mujer.
¡Ah! por cierto...¡¡¡vaya cura que nos has puesto!!!
Un beso, Salustiana.

Amiguete007 dijo...

Este post es más largo que la polla imaginada de Don Leandro. (Por cierto, mientras te leía mi mente seguía a Don Leandro de Borbón con sotana) ¡Joder, que es mucho post para los seres humildes que estamos metiendo moneditas de cincuenta céntimos para que funcione el puto ordenata del ciber!... Pues no, no hay que renegar de la Iglesia por un cura putero, ¡estos son los buenos hostias!, los malvados son los pederastas. En pleno franquismo, en mi pueblo, echaron a un cura de un restaurante porque se estaba pegando el lote con su "sobrina". Curas y sobrinas siempre han hecho buenos apaños, y curas y sobrinos idem de idem pero con orgasmos zerolianos.
¡Si, señora, sienta muy bien que el airecillo fresco acaricie los fermosos coños de damas y damiselas! Yo no he pasado por esa experiencia porque no tengo coño, pero me consta que los enanitos de Blancanieves caminan alegres y gozosos por el bosque porque la hierba les va haciendo cosquillitas en los huevos. El puto blog sigue haciendo de las suyas, hoy iba a responder a tu último andresillo y ya había desaparecido; es igual, me acuerdo de una cosa y te la digo aquí: no, no voy a ser hiriente con Esperanza Aguirre porque la amo, y nos hemos puesto de acuerdo en una estrategia, hemos lanzado a la opinión pública la falsa idea de que mi amada no se va a presentar a las elecciones a la presidencia del PP. Ja, la caída de Rajoy ha de ser muy dura, la venganza se sirve en plato frío.
En mi pueblo jamás llegó a celebrarse la misa de 12, es un pueblo pequeñito. (Villafurcia de los Monjes, de gloriosa historia) y nunca logramos reunir más de 11 personas a la puerta de la Iglesia. Don Casildo, un cura anciano que lograba su plenitud sexual con las gallinas, se empeñaba en que no podía celebrarse la misa si no se reunía el aforo suficiente. Es que ya estaba chocheando. Además, el reloj de la Iglesia jamás dio las 12 (¡pero ni del mediodía ni de la noche, eh!) que siempre marcaba las cuatro y cuarto. En el pueblo se discutía mucho sobre la cuestión de si el reloj se paró a las cuatro y cuarto de la tarde o a las cuatro y cuarto de la madrugada, es que eso ocurrió hace cosa de medio siglo, aún no había nacido Felicitas la puta. Don Próstato de Dios, el hombre más instruído del pueblo, afirmaba que este era un debate baladí, y todos se encabronaban con él porque no querían, por muy intelectual que fuese don Próstato,que se les jodiese el debate. Villafurcia necesitaba imperiosamente debatir sobre el momento, vespertino o nocturno, en que el viejo reloj de la torre había dejado de contar el tiempo. El debate del reloj de la cuatro y cuarto formaba parte de la idiosincrasia historíca de la comarca de los Jondorozorondoños, bellísima extensión rural que agrupaba, entre campos de cereales y bosques perfumados, las entrañables aldeas de Jincalapolla del Duque, Santa Peliforra, Los Congormóñidos, Vergaflora de los Fluorescentes y la susodicha Villafurcia de los Monjes. Lo que más les jodía a los villafurcianos era que Don Próstato les humillase en sus entendederas paletas con palabras cultas como "baladí". (Un
villafurciano jamás habría entendido un post del Magro Rumi cuando este se pone en plan culto) "¡Ja, no se hizo la boca de miel para el asno!", reflexionaba entre las sombras nocturnas Don Próstato, recién salido del casino, camino de su casa y haciendo la paradita obligatoria para echar una meadita al pie de la estatuta de Don Casildo. Mear bajo la figura pétrea del viejo párroco se había convertido al correr de los años en una tradición local, y los jovenzuelos iban allí a ver quién la tenía más larga. La polla más larga de Villafurcia la tenía Honesto, el policía municipal, (sólo había uno)y los críos le gritaban desde lejos: ¡Honesto tiene dos porras, Honesto tiene dos chorras!... Era vox populi que el perezoso munipa, vago como el solo, había sido el fruto de una noche loca entre Don Casildo, el sacerdote que hoy era estatua, y Ardorina, esposa de Glorialdo el boticario. Esa noche Don Casildo estaba tan borracho que cambió a las gallinas por Ardorina. Y ahora la ira invade a los pacíficos habitantes de Villafurcia, se ha instalado en un prado cercano al pueblo una caravana de rumanos, y a estos seres incivilizados no se les ha ocurrido otra cosa que cagar por las noches en la estatua de Don Casildo. ¡Cagüendios, a Don Casildo se le mea, pero no se le caga!... Del extranjero no viene nada bueno. Los mozos del pueblo ya se han hecho xenófobos y han jurado venganza contra las hordas rumanas. La culpa de todo la tiene Zapatero. Bueno, pues lo dicho, no hagas posts tan largos porque no me da tiempo a leerlo. Oye, hoy ha sido el primer día que me he puesto pantalón corto, y el airecillo que salía por la parte de los pedales de la furgo me acariciaba la pierna izquierda. En Murciapolis ya se asan las palomas. Querida Salustiana, güenas noches, y siga usted con bragas limpias que eso dice mucho y bien de la persona. Sueñe con un servidor y que los orgasmos le acompañen hasta en el mundo onírico más sexual. Amén.

Anónimo dijo...

jajajaja

Es buenísimo. Eso sí, serán cosas de la edad ó que ese cierto aislamiento bucólico que mantienes, pero has perdido la perspectiva! Una señora de verdad que sale a la calle con las bragas limpias y vota a los rojos jamás se tiraría al cura!

(A menos que tomemos esto como una sutil metáfora de un pueblo descontento que jode a la iglesia xD)

Anónimo dijo...

Pues si el cura de tu pueblo es el mozo que aparece en la primera foto, le tendrías que haber hecho el favor y liberarlo de las garras de la Iglesia, que alguien así no se puede echar a perder. Eso sí, con las bragas limpias.

un saludito

Anónimo dijo...

ciertamente llevar la bragas límpas es importantiiiisimo,,, un beso.

Anónimo dijo...

Lo de las bragas limpias es importante si... pero mas que nada, por eso de...-¿Y si tienes un accidente y te tienen que llevar al hospital?

Nada dijo...

Pues yo tengo que llevar bragas, sin ellas estoy incomodísima.

Besos

Anónimo dijo...

jaja, menuda jartá de reir que me echo cada vez que vengo por aquí.
Joer, joer con el Padre Leandro...
Lo de llevar las bragas límpias, en mi caso calzoncillos, me da a mí que era por si moríamos en un accidente, que no se dijera que no eramos pulidos y todo eso. Anda que...
un beso, guapa!!!

Anónimo dijo...

Te noto fuerte, muy fuerte Salustiana, yo también me suelo cambiar los calzoncillos a diario, es algo que herede de mis padres, antes muerto que sencillo.

Besos

PD: GRACIAS POR TU GRATA VISITA

Anónimo dijo...

RENATO:Me impresionas cda vez más , joder me hicistes llorar y ahOra reir joder que fuerte Salu de donde vienes y a donde vas jejejejeej te sigo....PAZ Y BIEN .

Anónimo dijo...

Ja,ja,ja... soy Lee Wong Chang, eres todo un descubrimiento, ¿de dónde sales tú?... Oye que no sé si podré añadirte como amiga, pues tengo problemillas técnicos.... muy bueno, si señor.... Por cierto, yo siempre tengo unas bragas limpias en mi cajón del trabajo...... ja,ja,ja....

Anónimo dijo...

tremendo

Anónimo dijo...

A mí polvos me hen echado unos cuantos, tías a cual más buena. Me parece que tu frustración no produce más que los tópicos casposos del 'progresismo' español, es decir, una puta mierda. No merece mayor comentario.. ¿Tú te crees que vas a resolver algo contando esa sarta de gilipolleces? Yo me he hartado de follar (si es que eso puede hartar a alguien) y no tengo ninguna necesidad de meterme con la Iglesia. ¿Qué quieres que te diga el cura? ¿Tú no sabes tener criterio?